sábado, 22 de maio de 2010

EL PERDÓN

Como una antigua proyección

en blanco y negro,

yo vi cómo Neptuno

diluía los quistes emotivos

dormidos en mis centros.



Más ligero de cargas,

el mimbre doblado de mi espalda,

dando un brinco, irguióse nuevamente

y pude contemplar, después de tanto,

la plenitud sin par del claro cielo.



Allá en el horizonte,

detrás del mar eterno y su misterio,

una palabra nueva y luminosa

remplazó al rutinario “The End” de la película.



“Perdón”, leí,

y una sonrisa

me elevó los dedos a la frente

donde una arruga se ausentaba, huyendo.



Festejé frente a las olas y reemprendí el camino

sintiéndome más cerca de los dioses,

y comprobé la verdad escrita entre las nubes:

que amar, humano es...

mas el perdón, divino.

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