Dejaré en la arena mis pisadas
para que caminemos juntos al atardecer
y por si acaso te entristece mi partida
sembraré sonrisas en el trigal.
En la brisa matutina dejaré mis caricias
y un abrazo cálido a la orilla del mar.
Enseñaré al viento a cantar una nana
para que te la susurre si no puedes dormir.
Si yo muriese mañana no te preocupes
pues velaré tus sueños hasta el amanecer.
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