Cuerpos mutilados, por la catana;
Miembros decepados y muñones cuidados
Con prisas, que allá viene el verdugo,
De arma en mano y ojos vizcos;
También los milítares y toda su propaganda,
Arrastrando viejos, inutilizados;
Mujeres violadas, de su nombre, Ruanda,
Con los hijos al cuello – degollados;
Cuerpos ahorcados, echados al suelo;
Asesinato en masa, en la ciudadela;
Niños llorando por un poco de pan;
Se podría llamar, Darfur, a esta aldéa,
Tal el protagonismo que está teniendo,
Pero huye de mí toda y cualquier idéa.
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