segunda-feira, 1 de outubro de 2007

El perdón....

El valor del perdón es mayor mientras más grave es la deslealtad. Cuando el desleal es una alma querida, a quién siempre ofrecemos lo mejor en términos de amistad. Una fórmula preciosa para esos instantes es recurrir a la plegaria. La oración balsamiza el alma, calma el corazón, ilumina los días. Si el corazón de lo que es agredido está sereno, él está libre. ¿Y el otro?
Ah, la cuestión ya no es entre uno y otro. La cuestión es entre Dios y cada uno de nosotros. ¿El otro? La cuestión es entre él y Dios. De nuestra parte, debemos preocuparnos única y exclusivamente con nuestra conciencia ante las Leyes Divinas. Si estamos en paz, todo está bien. Esto, crea, es también un ejercicio de desarraigo. No contabilizar beneficios, forma parte de la esencia de la verdadera caridad.

Si hiciéramos un bien a alguien, debemos hacerlo por amor Dios, por el placer de ser bueno, por la alegría de ver los otros felices. Hacer el bien simplemente, sin esperar recompensa, sin aguardar retribución. Fue eso lo que Jesus nos enseñó.

Piense en eso!

Sem comentários: